El calor extremo se ha convertido en una amenaza cotidiana a nivel global, con temperaturas récord y devastadores incendios forestales que afectan la salud y la economía. A un año de la advertencia de la ONU sobre este fenómeno, amplias regiones del mundo, incluyendo Estados Unidos, África del Norte y el Mediterráneo, enfrentan condiciones peligrosas. La Organización Meteorológica Mundial destaca la falta de preparación ante este desafío creciente, instando a los gobiernos a implementar sistemas de alerta sanitaria que podrían salvar miles de vidas. Se hace un llamado urgente para proteger a las poblaciones vulnerables y adoptar medidas concretas para mitigar el impacto del cambio climático.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, hizo un llamado urgente a la acción global para enfrentar el calor extremo, un fenómeno que se ha convertido en un enemigo silencioso y mortal. Un año después, las advertencias han tomado forma: las olas de calor están afectando a numerosos países alrededor del mundo, lo que resalta la necesidad apremiante de implementar sistemas de alertas tempranas y planes sanitarios eficaces.
Guterres había señalado que las olas de calor dejarían de ser eventos aislados para convertirse en una amenaza cotidiana para millones. Esta predicción se está cumpliendo durante el actual verano boreal, donde vastas regiones del planeta enfrentan temperaturas récord y devastadores incendios forestales.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha informado que cerca de 100 millones de personas en Estados Unidos han recibido alertas sobre condiciones peligrosas relacionadas con el calor. En el norte de Africa y Medio Oriente, el incremento de las temperaturas ha llevado a cortes masivos de electricidad y agua, interrumpiendo servicios esenciales y poniendo en peligro la vida de miles.
La región mediterránea y los Balcanes están experimentando su tercera ola de calor este verano, lo que ha afectado actividades al aire libre, agrícolas y laborales, además de impactar gravemente en la salud pública. Este calor extremo ha contribuido a incendios forestales devastadores que han cobrado vidas y deteriorado la calidad del aire.
En Turquía, se registró una temperatura récord nacional de 50.5 °C en Silope, mientras que localidades cercanas también alcanzaron cifras cercanas a los 50 °C. Chipre no se quedó atrás, documentando un récord de 44.6 °C en julio.
El calor extremo también ha obligado al cierre temporal de atracciones turísticas en Grecia, Italia y España. Incendios forestales en Chipre, Grecia y Turquía han forzado evacuaciones masivas, cobrando numerosas vidas y cubriendo el cielo con humo denso.
Aún más al norte, Escandinavia enfrenta temperaturas inusuales; Finlandia ha reportado más de 15 días con temperaturas superiores a los 30 °C. Noruega y Suecia también están lidiando con condiciones anormales que han generado alertas por riesgo extremo de incendios forestales.
Europa vivió el junio más caluroso jamás registrado. Las intensas olas de calor, exacerbadas por altas temperaturas superficiales del mar en el Mediterráneo occidental, han provocado un estrés térmico significativo en amplias zonas del oeste y sur europeo.
La OMM advierte que estos eventos son una clara señal del estado actual del mundo: aún no estamos preparados para enfrentar un fenómeno que será cada vez más frecuente e intenso debido al cambio climático.
Con motivo del aniversario del llamado a la acción global, varias agencias de la ONU lideradas por la OMM y la Oficina para la Reducción del Riesgo de Desastres, han lanzado nuevos recursos destinados a mejorar cómo los gobiernos gestionan el riesgo térmico.
Dicha iniciativa busca ayudar a los países a prepararse mejor ante olas de calor, coordinando respuestas a nivel local, nacional e internacional con el fin principal de evitar muertes prevenibles. Datos recientes sugieren que implementar sistemas de alerta sanitaria por calor podría salvar más de 98.000 vidas al año en 57 países, aunque muchos gobiernos carecen todavía de planes adecuados frente al calor extremo.
Este llamado enfatiza la necesidad de adoptar medidas concretas en cuatro áreas críticas:
Dentro del material publicado para apoyar a los gobiernos se encuentran informes sobre políticas adoptadas por diez agencias internacionales y análisis sobre planes implementados en países como Canadá, India, Reino Unido, Australia y Francia. También se presentan estudios de caso en doce naciones incluyendo Argentina, Ecuador y Egipto.
Todas estas publicaciones comparten una idea central: no es suficiente con reconocer que el calor es peligroso; es necesario actuar rápidamente con coherencia y basándose en evidencia científica.
"El calor extremo ya no es un problema climático distante; es una emergencia diaria para la salud pública", afirmó Joy Shumake-Guillemot, coordinadora conjunta entre la OMM y la OMS. Ella subrayó que el calor mata silenciosamente.
A menudo las estadísticas oficiales no reflejan adecuadamente la magnitud real del problema; muchas muertes atribuidas al calor no son registradas como tales. Sin embargo, sus efectos son palpables: desde trabajadores sin protección hasta ancianos y niños sufriendo en hogares sin ventilación ni acceso adecuado a servicios médicos.
A pesar del panorama desalentador, las agencias internacionales sostienen que todavía hay tiempo para mitigar el impacto del calor extremo si existe voluntad política junto con inversiones sostenidas y una colaboración más estrecha entre ciencia, salud pública y gobiernos.
Descripción | Cifra |
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Personas que han recibido alertas por condiciones de calor peligrosas en EE.UU. | Casi 100 millones |
Temperatura récord registrada en Turquía (°C) | 50.5 °C |
Temperatura récord registrada en Chipre (°C) | 44.6 °C |
Vidas que podrían salvarse anualmente con sistemas de alerta sanitaria por calor | Más de 98,000 vidas |
A un año de advertir que las olas de calor se convertirían en una amenaza cotidiana, la ONU ha señalado que estas condiciones extremas están afectando a amplias regiones del mundo, con temperaturas récord y devastadores incendios forestales.
El calor extremo ha provocado cortes masivos de electricidad y agua en el norte de África y Medio Oriente, interrumpiendo servicios esenciales. En Europa, ha causado el cierre de atracciones turísticas y ha alimentado incendios forestales devastadores.
Las agencias de la ONU han lanzado recursos destinados a mejorar la gestión del riesgo térmico, incluyendo sistemas de alerta sanitaria por calor que podrían salvar más de 98.000 vidas al año en 57 países.
El calor extremo es considerado una emergencia de salud pública diaria, ya que puede causar muertes silenciosas que no siempre son registradas como tales, afectando especialmente a poblaciones vulnerables como ancianos y niños.
Se proponen medidas en cuatro ámbitos críticos: cuidado a poblaciones vulnerables, protección de trabajadores expuestos al calor, fortalecimiento de economías mediante datos científicos y reducción del calentamiento global mediante la transición energética.