La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado un informe alarmante sobre el castigo físico a los niños, revelando que más de la mitad de los menores de 18 años en todo el mundo lo experimentan anualmente. Este tipo de disciplina, que incluye golpear o causar malestar a los niños, se asocia con graves consecuencias para la salud mental y el desarrollo cognitivo y socioemocional. La OMS destaca que no hay evidencia de que el castigo corporal sea efectivo para mejorar el comportamiento infantil; por el contrario, se ha demostrado que aumenta el riesgo de ansiedad y perpetúa ciclos intergeneracionales de violencia. Aunque 67 países han prohibido esta práctica, la OMS enfatiza la necesidad de campañas educativas para cambiar la percepción social y promover métodos alternativos de crianza.
Más de la mitad de los niños menores de 18 años en el mundo todavía son objeto de castigos corporales anualmente, según un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este tipo de disciplina, que se refiere principalmente a golpear a los menores, puede abarcar cualquier medida correctiva aplicada por padres, cuidadores o docentes con el objetivo de provocar algún grado de malestar. Los escenarios donde se lleva a cabo incluyen tanto el hogar como las aulas escolares.
Los efectos del castigo corporal son profundos y alarmantes: incrementan el riesgo de ansiedad y depresión en los niños, al tiempo que obstaculizan su desarrollo cognitivo y socioemocional. Etienne Krug, director del Departamento de Determinantes Sociales de la Salud de la OMS, enfatiza que “el castigo corporal no aporta beneficios ni al comportamiento, ni al desarrollo, ni al bienestar de los niños, ni tampoco a los padres o a las sociedades”.
A lo largo de las últimas décadas, numerosos estudios han investigado los efectos del castigo corporal sin encontrar evidencias que respalden su eficacia en mejorar el comportamiento infantil. Por el contrario, muchos estudios han demostrado que esta práctica conlleva consecuencias negativas a largo plazo para los menores y para la sociedad en general. Krug señala que “existe ahora evidencia científica abrumadora de que el castigo corporal conlleva múltiples riesgos para la salud infantil”.
Un estudio realizado en 49 países con ingresos bajos y medios reveló que los niños sometidos a castigos físicos tienen un 24 % menos probabilidades de desarrollarse al mismo ritmo que sus pares. Además del daño físico inmediato, este tipo de disciplina eleva los niveles hormonales del estrés en los niños, alterando así tanto la estructura como el funcionamiento cerebral. En definitiva, sus efectos pueden perdurar toda la vida.
A pesar de que el castigo corporal es una práctica extendida en diversas culturas alrededor del mundo, existen notables diferencias regionales. En Europa y Asia Central, aproximadamente el 41 % de los niños sufren castigos físicos en casa; sin embargo, esta cifra asciende al 75 % en Oriente Medio y el norte de África. La situación es aún más preocupante en las escuelas: solo un 25 % de los niños del Pacífico Occidental recibe castigos físicos durante su educación formal, mientras que más del 70 % lo experimenta en África y Centroamérica.
Tanto niñas como niños tienen casi las mismas probabilidades de ser castigados físicamente; no obstante, pueden ser sancionados por comportamientos distintos y mediante métodos diversos. Es importante destacar que los niños con discapacidad enfrentan un riesgo mayor, así como aquellos provenientes de comunidades empobrecidas o discriminadas económica o racialmente.
El informe subraya que aunque prohibir el castigo corporal es crucial, esta acción por sí sola no resulta suficiente. De hecho, no se ha encontrado una correlación consistente entre la prohibición legal y la reducción efectiva en la práctica del castigo físico. Actualmente, 67 países han implementado prohibiciones universales sobre esta forma de disciplina tanto en el hogar como en las escuelas.
Aparte de fortalecer estas prohibiciones legales, la OMS hace un llamado a implementar campañas educativas que aumenten la conciencia sobre los daños asociados al castigo corporal. Krug concluye afirmando: “Es hora de acabar con esta práctica dañina para garantizar que los niños prosperen en el hogar y en la escuela”. Los estudios sugieren que si los padres estuvieran informados sobre métodos alternativos más efectivos para corregir conductas infantiles, estarían dispuestos a adoptarlos.
Descripción | Cifra |
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Porcentaje de niños menores de 18 años que experimentan castigos corporales anualmente | Más del 50% |
Porcentaje menor de probabilidad de desarrollo adecuado en niños con castigos físicos | 24% |
Porcentaje de niños en Europa y Asia Central sometidos a castigos corporales en el hogar | 41% |
Porcentaje de niños en Oriente Medio y norte de África que experimentan castigos corporales en el hogar | 75% |
Porcentaje de niños en África y Centroamérica que reciben castigos físicos durante su escolarización | Más del 70% |
El castigo físico tiene efectos de gran alcance, aumentando el riesgo de ansiedad y depresión, y reduciendo el desarrollo cognitivo y socioemocional.
Más de la mitad de los niños menores de 18 años en todo el mundo siguen experimentando castigos corporales anualmente. La prevalencia varía según las regiones, siendo más alta en Oriente Medio y África del Norte.
No hay evidencia científica que demuestre que el castigo corporal tenga un impacto positivo en el comportamiento o desarrollo de los niños. Por el contrario, se ha demostrado que tiene múltiples consecuencias negativas a largo plazo.
Tanto niñas como niños tienen casi las mismas probabilidades de sufrir castigos corporales, aunque pueden ser sancionados por comportamientos distintos. Los niños con discapacidad enfrentan un riesgo mayor, así como aquellos en comunidades más pobres o discriminadas.
Actualmente, 67 países prohíben universalmente el castigo físico. Sin embargo, la OMS señala que prohibirlo no es suficiente y aboga por campañas educativas que aumenten la conciencia sobre sus daños.
Los estudios indican que si los padres conocieran métodos alternativos más eficaces para corregir a los niños, estarían dispuestos a utilizarlos en lugar del castigo físico.