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Impacto del Alzheimer en el cerebro: cambios y áreas afectadas

Redacción | Martes 30 de septiembre de 2025

La enfermedad de Alzheimer, principal causa de demencia, provoca cambios significativos en el cerebro, afectando progresivamente su estructura y funciones. Esta enfermedad neurodegenerativa impacta áreas clave como la corteza entorrinal y el hipocampo, esenciales para la memoria y el aprendizaje, lo que resulta en dificultades cognitivas y emocionales. Los depósitos de proteínas tóxicas, como beta-amiloide y tau, son responsables del daño neuronal y la inflamación crónica. Comprender estos cambios es crucial para desarrollar estrategias de apoyo y tratamiento que mejoren la calidad de vida de las personas afectadas. La investigación continúa enfocándose en identificar biomarcadores y nuevas terapias para frenar la progresión del Alzheimer.



La enfermedad de Alzheimer se erige como la principal causa de demencia, constituyendo un reto significativo tanto para quienes la padecen como para sus cuidadores. Esta enfermedad neurodegenerativa afecta al cerebro de manera progresiva, alterando su estructura y funciones. Las consecuencias son evidentes: dificultades en la memoria, el pensamiento, el lenguaje, las emociones y, en etapas avanzadas, en las actividades cotidianas más básicas.

Entender cómo se transforma el cerebro de una persona con Alzheimer y las áreas más afectadas es fundamental para abordar la enfermedad con mayor empatía y conocimiento, lo que facilita la implementación de estrategias de apoyo adecuadas a cada fase del proceso.

Cambios en el cerebro al envejecer

A medida que envejecemos, aumenta la oxidación, un proceso bioquímico que puede resultar en lesiones y degeneración cerebral. Además, los cambios estructurales en las células y la afectación de diferentes sistemas de neurotransmisión explican algunos cambios funcionales asociados al envejecimiento. Por ejemplo, el sistema que regula la dopamina, un neurotransmisor esencial para el control emocional y los movimientos voluntarios, puede presentar disfunciones. Asimismo, el sistema de acetilcolina, crucial para los procesos de aprendizaje y memoria, también puede verse afectado.

Aunque estos cambios cerebrales son normales con la edad, impactan en ciertas funciones o actividades. Así, una persona mayor sana puede experimentar un declive en su capacidad para aprender cosas nuevas o tener dificultades para recordar información específica, como nombres. Las tareas complejas relacionadas con atención, aprendizaje y memoria son especialmente vulnerables.

Cambios en el cerebro de una persona con Alzheimer

En el cerebro de una persona con Alzheimer se producen diversas alteraciones que progresan con el tiempo. Los cambios más tempranos y críticos para el daño cerebral incluyen dos aspectos: la acumulación de proteínas tóxicas que deterioran neuronas y la neuroinflamación, que agrava este daño.

El rasgo distintivo a nivel microscópico del Alzheimer es la acumulación de dos tipos de afectaciones que dañan gravemente la estructura y función neuronal:

Placas de proteína beta-amiloide

Estas placas están formadas por agregados insolubles que se depositan entre neuronas —en los espacios extracelulares— e interfieren en su comunicación. Además, crean un ambiente tóxico que activa respuestas inflamatorias y promueve la muerte celular. La proteína beta-amiloide puede comenzar a acumularse años antes de que aparezcan síntomas clínicos, siendo uno de los primeros eventos patológicos detectables.

Ovillos neurofibrilares de proteína tau

Bajo condiciones normales, la proteína tau estabiliza microtúbulos dentro de las neuronas, esenciales para el transporte intracelular. En el Alzheimer, esta proteína sufre hiperfosforilación, perdiendo su función estabilizadora y formando ovillos dentro de las neuronas que bloquean el tráfico necesario, dando lugar a daño neuronal progresivo.

Relación sinérgica entre beta-amiloide y tau

A pesar de actuar conjuntamente, estas proteínas tienen roles diferenciados: mientras que la beta-amiloide inicia cambios estructurales facilitando disfunciones neurológicas tempranas, tau está relacionada con la gravedad clínica y el avance del deterioro.

Efectos del daño cerebral en personas con Alzheimer

Dicha acumulación provoca pérdida de conexiones neuronales y atrofia cerebral (atrofia). La detección cuantitativa de beta-amiloide y tau es hoy un pilar del diagnóstico precoz, utilizando técnicas como PET, análisis del líquido cefalorraquídeo, así como estudios recientes sobre biomarcadores sanguíneos.. Uno de los objetivos principales en investigación es reducir o bloquear esta acumulación proteica para frenar la progresión del Alzheimer.

Efectos sobre las células gliales e inflamación crónica

Aparte del depósito anormal de proteínas, se produce una disfunción en células gliales (microglía y astrocitos) encargadas de proteger y limpiar el cerebro.. En esta enfermedad se vuelven disfuncionales debido a una activación descontrolada, contribuyendo a perpetuar acumulaciones nocivas e incrementar inflamaciones crónicas. Todos estos procesos interrelacionados llevan a una disminución progresiva del volumen cerebral típico del Alzheimer.

Zonas cerebrales afectadas por el Alzheimer y sus funciones específicas

A medida que avanza la enfermedad, distintas áreas del cerebro sufren daños progresivos; no todas se ven afectadas simultáneamente ni con igual intensidad. A continuación se detallan algunas regiones vulnerables junto a sus respectivas funciones:

Corteza entorrinal

Papel fundamental en la formación de nuevos recuerdos, así como en la a orientación espacial.. Es aquí donde comienzan a manifestarse los primeros síntomas del Alzheimer mediante depósitos significativos de placas beta-amiloide y ovillos tau; esto dificulta tanto la consolidación de memorias recientes como genera olvidos rápidos.

Hipocampo

Sustancialmente involucrado en el almacenamiento y recuperación mnésica; su degeneración es acelerada por el Alzheimer. La atrofia aquí está directamente ligada a dificultades para retener información reciente e inhibe capacidades adaptativas ante nuevas experiencias debido a interferencias en procesos neurogénicos.

Amígdala

Situada dentro del lóbulo temporal, procesa emociones y coordina respuestas ante estímulos ambientales; su deterioro resulta en síntomas emocionales destacados como ansiedad, depresión e irritabilidad; además afecta negativamente habilidades empáticas hacia otros individuos.

Cortezas temporal y parietal

La corteza temporal es esencial para procesar lenguaje y reconocer objetos o personas; cuando se ve comprometida por Alzheimer, surgen dificultades para encontrar palabras o identificar rostros familiares; esto incrementará confusiones comunicativas. Por otro lado,la corteza parietal integra información sensorial; su deterioro ocasionará problemas perceptuales o desorientaciones incluso en contextos conocidos.

Corteza prefrontal

Controladora principal sobre funciones ejecutivas; aquí aparecen cambios drásticos tales como pérdidas motivacionales o conductas inapropiadas; muchos experimentarán abulia incapacitante frente a actividades cotidianas simples.

Corteza occipital

Aunque típicamente alterada tardíamente; su deterioro puede dar lugar a problemas interpretativos visualmente (agnosia), dificultando lecturas u reconocimientos independientemente del estado físico ocular intacto .

Cerebelo

Aunque menos comprometido inicialmente; en etapas finales podría afectar coordinación motora provocando caídas frecuentes limitando autonomía personal .


Preguntas sobre la noticia

¿Qué pasa en el cerebro de una persona con Alzheimer?

En el cerebro de una persona con Alzheimer, se acumulan placas de proteína beta-amiloide y ovillos neurofibrilares de proteína tau, que dañan y destruyen neuronas. Además, hay inflamación crónica y disfunción de células gliales. Esto provoca pérdida progresiva de conexiones neuronales, atrofia cerebral y deterioro de funciones cognitivas, emocionales y motoras.

¿Cuáles son las fases del Alzheimer?

La enfermedad avanza en varias fases. La forma clásica de graduar su progresión es con la escala GDS, extensamente explicada en este artículo. A la luz de los avances de investigación recientes, sin embargo, sabemos que el Alzheimer cuenta con una larga fase preclínica. Esta fase preclínica hace referencia a la acumulación patológica de proteínas como beta-amiloide y tau en el cerebro, con daño neuronal incipiente, pero sin deterioro manifiesto en la memoria o funciones cognitivas, es decir, sin síntomas evidentes. Con la progresión de la patología cerebral, llega la fase prodrómica, con síntomas sutiles, a veces solo percibidos por la propia persona, algo que suele referirse como “deterioro cognitivo subjetivo”. Y, cuando los síntomas ya son evidentes y objetivables, se entra en la fase clínica de la enfermedad, desde el deterioro cognitivo leve a la progresión de la demencia.

¿Qué es lo primero que nota una persona con Alzheimer?

Lo primero que se suele notar es dificultad para formar nuevos recuerdos y desorientación espacial, debido al daño inicial en la corteza entorrinal y el hipocampo. A veces, estos cambios no son percibidos o adecuadamente valorados por la persona afectada, debido a uno de los propios síntomas de la enfermedad: la anosognosia, que conlleva falta de reconocimiento de los cambios que está experimentando.

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