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Día Mundial del Pulmón en clave de Covid-19
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Día Mundial del Pulmón en clave de Covid-19

Por Virginia González
viernes 25 de septiembre de 2020, 12:44h

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La COVID-19 causa secuelas en el pulmón, por ello, es importante un seguimiento neumológico tras la fase aguda de la infección para su detección precoz.

Con motivo de la celebración del Día Mundial del Pulmón que promueve cada 25 de septiembre el Foro de Sociedades Internacionales Respiratorias (FIRS, por sus siglas en inglés), se ha querido recordar a la población que el pulmón es el órgano más afectado de la COVID-19 y que puede verse afectado por secuelas que afecten la función pulmonar.

SEPAR destaca que la Neumología tiene un papel crucial para descartar o identificar precozmente estas complicaciones o secuelas de la COVID-19 en el pulmón, que pueden ser reversibles si se detectan a tiempo y con el tratamiento adecuado.

La COVID-19, causada por el virus SARS-CoV-2, es una enfermedad infecciosa que la comunidad científica aún no conoce de forma exhaustiva ni en profundidad, al llevar poco tiempo instaurada en el mundo. A día de hoy, los conocimientos científicos sobre las secuelas a medio y largo plazo de esta infección son limitados, aunque ya se ha ido reuniendo evidencia científica y experiencia sobre algunos aspectos.

En la fase aguda, la COVID-19 presenta distintas manifestaciones en el aparato respiratorio, de las cuales la más evidente es la neumonía bilateral que puede conducir al ingreso hospitalario de los pacientes afectados por una insuficiencia respiratoria grave que, a su vez, puede abocar a una situación de distrés respiratorio agudo, por la que estos pacientes pueden requerir soporte ventilatorio: oxigenoterapia, ventilación no invasiva (VNI) o ventilación invasiva (VI).

Actualmente, se estima que un 10% de los pacientes de COVID-19 ingresan en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) durante este proceso agudo, y es que la Neumología tiene un gran importancia en el manejo de estos enfermos en la fase aguda de la enfermedad.

Los cuidados respiratorios intermedios han demostrado su eficacia de forma indiscutible. Consiguen mejorar la supervivencia del paciente y evitar el ingreso en UCI. También tiene un papel muy importante en el seguimiento de la evolución integral posterior de estos pacientes.

Secuelas de la COVID-19 en el pulmón

Las principales secuelas de la COVID-19 que se han observado hasta ahora en el pulmón son las alteraciones de la función pulmonar y alteraciones intersticiales pulmonares que se presentan más allá del episodio agudo de la enfermedad. “A medida que avanza la enfermedad, durante la fase aguda, se produce una tormenta de citocinas en el organismo, igualmente característica de otras enfermedades como los trasplantes infantiles, que se liberan en la circulación y producen complicaciones inflamatorias como la coagulabilidad sanguínea; esta hipercoagulabilidad puede tener como manifestación una embolia pulmonar”, informa el Dr. García Río.

Además, la COVID-19 puede afectar a la microvasculatura pulmonar y sistémica y, más allá de la afectación pulmonar, generar complicaciones neurológicas, digestivas o renales. Aunque cabe destacar que también hay pacientes que superan las complicaciones de la COVID, incluyendo la neumonía y el ingreso en UCI, de forma satisfactoria.

De hecho, su función respiratoria y la morfología del pulmón son completamente normales y regresan a una situación normal, sin limitaciones. Pero en otros, a medio plazo, la enfermedad se manifiesta con alteraciones en las pruebas de imagen, que se caracterizan por patrones de atelectasias y vidrio deslustrado, sugestivas de afectación intersticial, añade el Dr. García Río. “Una vez superado el episodio agudo de neumonía, los pacientes requieren un seguimiento para valorar la resolución de los infiltrados pulmonares intersticiales y para el despistaje de secuelas pulmonares fibróticas”.

Durante la fase aguda, algunos pacientes pueden presentar datos que sugieren el desarrollo de fibrosis, como bandas fibróticas y bronquiectasias por tracción. “Lo más característico suelen ser las imágenes en vidrio deslustrado, o consolidaciones, pero que potencialmente pueden responder a tratamiento con corticoides, detalla la Dra. Claudia Valenzuela, neumóloga coordinadora del Área de EPID (Enfermedades Pulmonares Intersticiales Difusas), de SEPAR.

“Durante el seguimiento, que se ha podido realizar hasta ahora de los pacientes (entre cuatro y seis meses desde el inicio de la pandemia) se aprecia que la mayoría de los pacientes resuelven esas alteraciones radiológicas, aunque la recuperación de la afectación pulmonar sea más lenta que en otras neumonías. Alrededor de un 15% de estos pacientes pueden tener alteraciones intersticiales fibróticas o no fibróticas persistentes sobre todo si presentaron neumonía grave durante la hospitalización, estos pacientes requieren más tiempo de seguimiento para valorar la repercusión de estas lesiones, algunas se podrían resolver completamente y otras podrían persistir, y afectar a la función pulmonar”, añade la Dra. Valenzuela.

Pruebas y seguimiento en consultas postCOVID

El principal síntoma que notan los pacientes que desarrollan secuelas es la disnea o sensación de ahogo, que persiste después de la fase aguda, y que se manifiesta al realizar esfuerzos que no requieren de una intensidad alta, como caminar. También puede padecer otros síntomas como tos, dolor torácico u otros más inespecíficos, variables y de menor relevancia clínica. En estos casos, deben consultar a su médico de cabecera, quien le dirigirá al neumólogo, aunque muchos hospitales españoles han organizado una consulta postCOVID que programa citas con los pacientes que han estado ingresados por una neumonía grave debida a la COVID19 en un hospital y requieren una revisión por parte de neumología. Estos pacientes son citados para un seguimiento, que incluye varias visitas, durante los meses posteriores y hasta un año después del alta hospitalaria.

El protocolo de visitas puede variar en un hospital u otro en función de los recursos y disponibilidad que tengan. “Estos protocolos comprenden la realización de una valoración clínica del paciente mediante pruebas de la función respiratoria, entre las que es imprescindible realizar una espirometría y una de capacidad de difusión pulmonar. También se realizan pruebas de imagen, dependiendo de la disponibilidad de los centros, que incluyen protocolos de radiografías y tomografía computarizada (TAC). Cuando se detectan ciertas alteraciones de forma precoz, éstas pueden resultar reversibles. Pero si se espera mucho tiempo, ya no se podría conseguir esta reversión”, explica el Dr. García Río.

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