En Gaza, al menos 21.000 de los 40.500 niños afectados por la guerra han quedado discapacitados debido a bombardeos y agresiones militares en los últimos dos años. Un informe del Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad destaca que estos niños enfrentan condiciones de evacuación inseguras y carecen de servicios esenciales, lo que ha llevado a un aumento en la mortalidad entre ellos. Además, se estima que entre 480.000 y 485.000 personas en Gaza sufren problemas de salud mental o discapacidad psicosocial, siendo la mayoría niños. La falta de acceso a ayuda humanitaria agrava la situación, dejando a muchas personas con discapacidad sin alimentos ni atención médica adecuada. El Comité hace un llamado urgente para garantizar corredores seguros y mejorar el acceso a suministros esenciales para quienes más lo necesitan.
Más de mil millones de personas en el mundo sufren trastornos de salud mental, según la Organización Mundial de la Salud. A pesar de que algunos países han mejorado sus políticas, el gasto público en salud mental sigue siendo solo el 2% del presupuesto total en salud, con grandes disparidades entre naciones. La depresión y la ansiedad son las afecciones más comunes, generando costos económicos significativos. Se estima que estas condiciones cuestan alrededor de un billón de dólares anuales a la economía global. Aunque se han implementado iniciativas para integrar la salud mental en la atención primaria, menos del 10% de los países ha completado la transición a modelos comunitarios. La falta de inversión y leyes adecuadas sigue siendo un desafío crítico en este ámbito.
En Gaza, más de 100 niños han muerto debido a la desnutrición y el hambre, según informes de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos. Esta tragedia se suma a los más de 40,000 niños que han sido reportados como muertos o heridos por los bombardeos israelíes. La crisis humanitaria se agrava con al menos 17,000 niños separados de sus familias y un millón que sufren traumas severos sin acceso a educación. La situación se ha vuelto crítica, con muertes por inanición reportadas diariamente y un aumento alarmante en los casos de malnutrición infantil. Los equipos humanitarios están trabajando para proporcionar asistencia, pero enfrentan desafíos significativos debido a la falta de materiales y recursos.
Solo el 8% de las personas mayores que sufren problemas mentales relacionados con el dolor crónico reciben apoyo psicológico, según un diálogo organizado por Servimedia. La presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, Carina Escobar, destacó que la mayoría de estos pacientes experimentan pensamientos y emociones negativas, pero pocos acceden a tratamiento psicológico. Expertos señalaron que las personas mayores suelen minimizar su dolor, considerándolo normal en la vejez, lo que dificulta su atención médica. Además, se evidenció una desigualdad en el acceso a tratamientos según la ubicación geográfica.
El Fondo de Impacto Social (FIS), gestionado por COFIDES, ha otorgado un préstamo de 3 millones de euros a la empresa social UNEI para impulsar su crecimiento y abordar la inserción laboral de personas con discapacidad, especialmente aquellas con problemas de salud mental. Este apoyo financiero permitirá a UNEI aumentar su plantilla con discapacidad en al menos un 13,5% en los próximos cinco años y ofrecer formación técnica en logística. UNEI, líder en empleabilidad de personas con discapacidad en Andalucía, reinvierte sus beneficios en nuevos proyectos laborales. La inversión del FIS busca mejorar la empleabilidad y atender la salud mental, contribuyendo así a uno de los principales retos sociales del Gobierno de España.
La noticia explora el fenómeno de los incels, comunidades de hombres que se autodenominan "célibes involuntarios" y que expresan una profunda frustración hacia las relaciones afectivas y sexuales. Este grupo ha generado preocupación entre expertos en psicología y estudios de género debido a su tendencia a canalizar esta frustración en discursos misóginos y antifeministas. Investigaciones recientes revelan altos niveles de problemas de salud mental entre los incels, así como una percepción de victimización y enojo hacia las mujeres. La falta de habilidades sociales y la influencia de una cultura que perpetúa modelos rígidos de masculinidad son factores clave en este fenómeno. Además, el discurso incel se ha integrado en narrativas más amplias relacionadas con la extrema derecha, lo que resalta la necesidad de abordar estas problemáticas desde una perspectiva social más amplia.
La falta de tiempo se ha convertido en un problema significativo en la sociedad moderna, generando estrés y afectando la salud mental. Expertos de la UOC destacan que esta presión temporal impacta negativamente en el cerebro, incrementando las bajas laborales por trastornos mentales. La neurociencia revela que el estrés crónico altera áreas cerebrales clave, como la amígdala y el hipocampo, lo que puede llevar a ansiedad y problemas de memoria. Para combatir estos efectos, se sugieren estrategias como mejorar la gestión del tiempo, fomentar la conversación cara a cara y practicar técnicas de relajación. Adoptar hábitos saludables y aprender a decir que no son esenciales para recuperar el bienestar y un sentido de control en nuestras vidas.
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La enfermedad de Alzheimer plantea profundas interrogantes sobre la identidad personal, ya que afecta la memoria y las funciones cognitivas. Sin embargo, estudios indican que la identidad trasciende la memoria, manteniéndose ciertos aspectos fundamentales incluso en etapas avanzadas de la demencia. A través de estrategias como intervenciones de reminiscencia y trabajo biográfico, es posible preservar y fortalecer la identidad de las personas afectadas. La distinción entre identidad personal y social es crucial; mientras que la primera se relaciona con la percepción interna de uno mismo, la segunda depende de las interacciones sociales. La preservación de la identidad no solo es posible, sino que puede ser potenciada mediante un enfoque relacional activo y el reconocimiento emocional en el cuidado diario.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado un informe alarmante sobre el castigo físico a los niños, revelando que más de la mitad de los menores de 18 años en todo el mundo lo experimentan anualmente. Este tipo de disciplina, que incluye golpear o causar malestar a los niños, se asocia con graves consecuencias para la salud mental y el desarrollo cognitivo y socioemocional. La OMS destaca que no hay evidencia de que el castigo corporal sea efectivo para mejorar el comportamiento infantil; por el contrario, se ha demostrado que aumenta el riesgo de ansiedad y perpetúa ciclos intergeneracionales de violencia. Aunque 67 países han prohibido esta práctica, la OMS enfatiza la necesidad de campañas educativas para cambiar la percepción social y promover métodos alternativos de crianza.
Más del 80% de las personas que han utilizado la sanidad pública en España valoran positivamente la atención recibida, según el Barómetro Sanitario 2025. A pesar de que solo un 53,9% de la población general considera que el sistema sanitario funciona bien, este porcentaje se eleva entre quienes han accedido a servicios sanitarios recientemente. La encuesta, realizada por el Ministerio de Sanidad y el CIS, revela una alta satisfacción con la atención primaria y hospitalaria, destacando la profesionalidad del personal sanitario. Sin embargo, persisten preocupaciones sobre tiempos de espera y accesibilidad, evidenciando una discrepancia entre la percepción general y la experiencia directa de los usuarios.
La Universidad Rey Juan Carlos (URJC), en colaboración con la Universidad Francisco de Vitoria, ha desarrollado una innovadora herramienta llamada PSSNUS (Problematic Smartphone and Social Network Use Scale) para medir el impacto del uso del móvil y las redes sociales en la salud mental de jóvenes de 18 a 35 años. Esta escala pionera, validada con más de 700 participantes, evalúa cinco dimensiones clave del uso problemático del smartphone: dependencia emocional, alteración de relaciones interpersonales, comparación social, necesidad de control digital y deterioro de la concentración. Los investigadores buscan ofrecer a profesionales de la salud mental y educadores una herramienta eficaz para detectar patrones perjudiciales y prevenir problemas clínicos. La URJC también trabaja en adaptar esta escala a contextos educativos y sanitarios para su integración en programas de prevención e intervención. Para más información, visita el enlace.
El 21,5% de los madrileños se sienten solos, y el 11,8% de quienes padecen la soledad crónica, según el Barómetro de la Soledad No Deseada en la Comunidad de Madrid 2024. Este fenómeno afecta especialmente a jóvenes en zonas rurales y a personas mayores en áreas urbanas. La soledad no deseada es un problema social significativo que está vinculado a factores económicos y educativos. Expertos destacan la importancia de crear redes de apoyo y programas comunitarios para mitigar este malestar, promoviendo encuentros y sensibilización. La atención local es clave para detectar y abordar estas situaciones.
El Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud ha aprobado el Plan de Acción de Salud Mental 2025-2027, que tiene como objetivo promover alternativas a la hospitalización. Este plan incluye iniciativas como la atención domiciliaria, la hospitalización abierta y las casas de crisis, buscando fomentar una vida autónoma con acceso a vivienda y empleo digno. Para más información, visita el enlace: https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/sanidad14/Paginas/2025/040425-interterritorial-plan-salud-mental.aspx?qfr=2.
Un estudio de la Universidad del País Vasco revela un aumento significativo en la prescripción de antidepresivos durante y después de la pandemia de COVID-19, especialmente entre mujeres jóvenes. La investigación muestra que los síntomas depresivos se incrementaron notablemente en la población, con un foco particular en personas menores de 20 años durante la pandemia y una tendencia generalizada en todos los grupos de edad en el período pospandémico. Los hallazgos sugieren que el aislamiento social y el impacto económico continúan afectando la salud mental a largo plazo. Se destaca la necesidad de mejorar el acceso a tratamientos para prevenir futuros aumentos en la incidencia de depresión.
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